El motor de la química es la curiosidad con las preguntas constantes: ¿Y eso cómo es? ¿En qué consiste?¿Cómo funciona? Y lo más fascinante es que cada respuesta trae consigo nuevas preguntas. En eso los científicos, y en particular los químicos, le llevamos ventajas a los exploradores, cuando creemos haber llegado a la meta anhelada, nos damos cuenta de que lo más interesante es que hemos planteado nuevos problemas para explorar.

Somos tres químicos (por el premio Nobel compartido entre tres personas) que nos apropiamos descaradamente de la física y la biología (incluidas sus terribles bromas) para crear moléculas para el bien común. Compartimos una profunda admiración por la evolución, una fuerza de la Naturaleza que ha producido la química más avanzada de todos los tiempos ytodos los seres vivos de este planeta. El combustible para la evolución es la diversidad, con la selección natural que conduce a continuas adaptaciones y mejoras en la obra de la Naturaleza. Los organismos (y organizaciones) sin esta diversidad están condenados a la extinción en un mundo que cambia rápidamente.

El país que esté por delante del resto del mundo en química también será el primero en riqueza y en prosperidad general. 

El tiempo es el mejor evaluador del trabajo científico, y con respecto al descubrimiento industrial, está claro que rara vez produce todos sus frutos en manos de su primer inventor.

La química verde está reemplazando nuestra química industrial con el libro de recetas de la naturaleza. No es fácil, porque la vida usa solo un subconjunto de los elementos en la tabla periódica. Pero nosotros usamos a todos ellos, incluso a los elementos tóxicos. 

La razón que dieron para concederme el Nobel fue el descubrimiento de los nucleótidos azúcares. Esa investigación se hizo conocer bastante en su época. Fue en mi primera etapa en el laboratorio (de química), cuando estábamos en la calle Julián Alvarez. Compramos esa casita al lado del laboratorio de Houssay, pensando que juntando esfuerzos las cosas irían mejor. Houssay —también premio Nobel— había sido echado de la universidad y tuvo que refugiarse en un laboratorio privado